Alergias alimentarias en el colegio

Napolitana de chocolate

Por suerte, cada vez más personas están sensibilizadas con las personas con alergias alimentarias. Quizás aún falte mucho trabajo por hacer a la hora de dar a conocer los pormenores de esta problemática, pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte hay cada vez más gente que, al menos, ha oído hablar de ellas. Formar, concienciar y difundir respecto a todos los riesgos que conllevan las alergias alimentarias es fundamental para garantizar la seguridad de estas personas. En España, se calcula que un 3% de la población tiene algún tipo de alergia alimentaria o al látex, pero en niños este porcentaje es aún mayor: alcanza el 7,5% y el 20% de las reacciones alérgicas se producen en centros escolares. Abordar el tema de las alergias alimentarias en el colegio es imprescindible, ya que se calcula que dos de cada tres escuelas tienen escolarizado al menos a un niño con riesgo de anafilaxia.

En esta entrada abordaremos este tema de una forma un poco amplia y teórica al principio para poder sentar unas bases. Además, creo que os puede ser de gran utilidad especialmente el final, que es donde aterrizamos todo a nuestro día a día, de forma que nos pueda ser de utilidad.

¿Qué es una alergia?

Una alergia es una respuesta del organismo a una sustancia, denominada “alérgeno”, aunque en sí misma sea inofensiva. El sistema inmunológico de las personas alérgicas crea mecanismos de defensa ante el alérgeno, lo cual da lugar a una serie de síntomas que varía en función del tipo de alergia y de la persona. La reacción alimentaria se produce siempre ante la presencia de la proteína del alérgeno, nunca hacia los azúcares.

Cualquier alimento es susceptible de producir una alergia, aunque los catorce más comunes son aquellos contemplados por la normativa europea 1169/2011: cereales que contienen gluten, crustáceos, huevo, pescados, cacahuetes, soja, leche, frutos de cáscara, apio, mostaza, sésamo, sulfitos, altramuces y moluscos.

Tipos de alergias alimentarias y al látex.

Los diferentes tipos de alergias alimentarias y al látex se definen en función de los mecanismos que la producen. Todos ellos pueden tener lugar ante el contacto, la ingesta o la inhalación del alérgeno. De esta manera, podemos distinguir dos tipos:

  1. Alergia a alimentos o al látex mediada por anticuerpos IgE: es la más fácil de identificar, ya que puede dar lugar a reacciones inmediatas y graves.
  2. Alergia a alimentos o al látex no mediada por anticuerpos IgE: en general, no produce reacciones inmediatas, sino que pueden tener lugar pasadas unas horas e incluso un par de días. Esto hace que sea más difícil de identificar la causa de la reacción. En el caso del látex, se puede manifestar como una erupción o dermatitis. Además, a día de hoy no hay pruebas diagnósticas fiables para este tipo de alergias.

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Tipos de reacciones alérgicas.

Fundamentalmente, podemos catalogar las reacciones de las alergias alimentarias y al látex en dos grupos:

  1. Leves o moderadas: aunque pueden llegar a ser sumamente molestas, no suponen un riesgo inmediato para la vida de la persona que las manifiesta. Los síntomas pueden ir desde manifestaciones cutáneas, como erupciones, inflamación, picor, urticaria y enrojecimiento de los tejidos, hasta digestivas, como diarreas, vómitos, sangre en heces y dolor abdominal. También se pueden producir manifestaciones respiratorias, como tos, estornudos e irritación nasal.
  2. Graves: pueden suponer un riesgo para la integridad de la persona y por lo tanto es imprescindible actuar cuanto antes. Producen síntomas respiratorios de gravedad, como dificultad respiratoria, garganta cerrada, tos seca o repetitiva, asma y opresión torácica. También puede alterar el pulso y la presión arterial, producir hinchazón en lengua, párpados, orejas y labios, empalidecer la piel y hasta producir desvanecimientos. La manifestación más grave es el shock anafiláctico, que afecta cardiovascularmente y puede producir la muerte.

Situaciones de riesgo en el centro educativo.

Al hablar de alergias alimentarias y al látex, debemos ser conscientes de que la presencia del alérgeno va mucho más allá de sus formas más evidentes. Su presencia de manera oculta o por trazas en productos de higiene, material escolar y otros alimentos que difieren del alérgeno en cuestión hace que sean muchos los puntos en los que el niño alérgico puede entrar en contacto con la sustancia que le hace daño. Además, las diferentes edades de escolarización y las actividades que desarrollan en función de cada etapa requieren una mayor atención de unos u otros aspectos.

En general, podemos observar cuatro momentos fundamentales:

  1. Actividades educativas: tanto aquellas que se desarrollan dentro del programa curricular, como las excursiones o actividades extraescolares.
  2. Situaciones excepcionales: desde fiestas y celebraciones, que generalmente se desarrollan en torno a la comida, hasta programas sanitarios como vacunas y campañas de difusión.
  3. La comida en el recreo y en el comedor escolar: son los momentos más evidentes en los que se puede producir alguna contaminación, bien sea por descuido del niño o del personal que se encarga de él.
  4. Educación física: el ejercicio físico funciona como factor que puede aumentar el riesgo de reacción alérgica.

En todos estos casos, es imprescindible mantener una buena comunicación con el centro escolar, desde el director hasta el personal de cocina y comedor, pasando, por supuesto, por los profesores. Conscientes de esto, es cada vez más frecuente que al inicio del curso se pida desde el centro educativo un informe de las posibles alergias y lesiones que pueda tener el niño, de manera que se tenga en cuenta para el desarrollo de las actividades.

AEPNAA (Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y al Látex) dispone de una web completísima de recursos para el personal del centro escolar, entre los que se encuentra un protocolo de actuación ante una reacción alérgica en la escuela. Se trata de un documento que deben rellenar los padres junto con el médico o alergólogo del niño, que será quien determine si se le debe administrar algún tratamiento al paciente alérgico en caso de contaminación.

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Cuando el alérgico es nuestro hijo.

Sé que en ciertas situaciones podemos sentir que estamos exponiendo al niño a un riesgo. Sin embargo, y aunque todo aquello de lo que hablaremos a continuación va a suponer un trabajo extra por nuestra parte, creo que es fundamental abogar por la normalización de la situación. Un niño alérgico no es un alienígena y necesita de la educación y la inclusión social tanto como cualquier otro niño.

Contacto con el centro educativo

El centro educativo deberá desarrollar un plan de actuación por cada niño alérgico que tenga escolarizado en función de sus necesidades. Para poder llevarlo a cabo, se desarrollará una serie de acciones antes y durante su escolarización. Además, este plan se actualizará, como mínimo, anualmente.

  1. Reuniones: como familia de un niño alérgico, nos reuniremos con el personal responsable del centro educativo para proporcionar toda la información necesaria para la redacción del plan de actuación. Entre otras cosas, deberemos aportar un informe médico de la situación del niño, listados de alimentos y productos que debe evitar y listados de productos seguros para el niño. También habrá que proporcionar una autorización expresa para la administración de la medicación en caso de que fuera necesario. En todo caso, medicaciones como los autoinyectables ante la presencia de un shock anafiláctico se consideran de primeros auxilios y, por lo tanto, se podrán suministrar aún sin la autorización de los padres. Por otro lado, estas reuniones tendrán lugar también a lo largo del curso siempre que sea necesario para el desarrollo de cualquier actividad, bien sea dentro del centro o una excursión.
  2. Medicación: es responsabilidad nuestra proporcionarle al centro la medicación necesaria en caso de contaminación, así como estar atentos de su caducidad. Es tan sencillo como programar una alarma en el móvil unas semanas antes de esta fecha para asegurarnos de proporcionar otra nueva.
  3. Personal voluntario responsable: un grupo de personas estarán al cargo de la formación, coordinación e información del plan de actuación y su correcta implementación. Será necesario que haya un equipo entre el personal docente y otro entre el personal del comedor escolar.
  4. Protocolo de actuación: deberemos proporcionar el documento de protocolo de actuación ante una reacción alérgica en la escuela debidamente cumplimentado y firmado por el médico o alergólogo del niño.

Como os decía, en la web de AEPNAA tenéis un montón de información que le podéis proporcionar al centro educativo. Hay una guía para centros educativos y comedores escolares muy completa e ilustrativa que podéis enviarle directamente al colegio, ya que, además, tiene una licencia que permite su difusión libremente, siempre que no sea con fines comerciales.

En el aula

Conseguir la implicación de los compañeros del niño alérgico y de sus padres nos va a allanar muchísimo el camino. Y en esta ocasión muy probablemente toque ser algo más creativos: está comprobado que aprendemos mucho más cuando hacemos las cosas que cuando las vemos o las oímos, por lo que sería ideal desarrollar algunas actividades en las que abordemos todo lo relacionado con la alergia alimentaria de nuestro hijo. Desde cuentacuentos y dibujos hasta talleres con alternativas que no contengan el alérgeno. Lo más importante es crear conciencia y facilitar la inclusión del niño en todas las actividades que se desarrollen en su entorno escolar y social. Si los padres de los compañeros ven que hay maneras de organizar celebraciones excluyendo al alérgeno y no al niño, será muy fácil que todos los niños puedan disfrutar de cada fiesta con normalidad.

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Pasa a la acción

Es normal sentir cierta frustración cuando nos encontramos con la incomprensión ajena. De vez en cuando nos encontramos con personas que tienen ciertas dificultades para empatizar, y si encima con quien «se meten» es con los niños, nos llevan todos los demonios.

Sin embargo, creo que es un buen momento para trabajar el manejo de esas situaciones, que son susceptibles de darse en cualquiera de todos los ámbitos de la vida. Debemos trabajar por la normalización, la inclusión y el compañerismo a través del ejemplo y la proposición. Está claro que algún que otro día nos pillará con la guardia baja ver que a nuestro hijo no lo invitan a un cumple por «evitar problemas», pero, antes de ponernos a reclamar, es bueno que pensemos qué podemos hacer para evitar una futura situación similar y tomar acción. Se trata de trazar una estrategia e implementarla, además de que es un maravilloso ejemplo para los más pequeños: que vean que no nos rendimos ante las adversidades, sino que tras cada caída nos levantamos más fuertes y con más ánimo de hacer cosas.

En mi canal de Youtube podéis encontrar una lista de reproducción de la vuelta al cole del niño celíaco que en los aspectos más sociales es perfectamente aplicable a la situación de un niño alérgico. Os puede ser de gran utilidad para ver cuáles son los diferentes aspectos que podemos abordar para involucrar a todo el entorno de una manera natural, segura y creativa.

¿Qué tal se desenvuelven vuestros peques en el cole? ¿Contáis con el apoyo de los profes y los padres?

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